María Dueñas: “El mar es una de las razones por las que me acabé quedando en Cartagena”
La Cartagena de ahora tiene poco que ver con la localidad “oscura” y “convulsa”, azotada por la crisis industrial, en la que aterrizó en los noventa María Dueñas (Puertollano, 1964). El puerto ha dejado de ser un lugar “inhóspito” y muchos edificios del centro han sido rehabilitados. Ahora los retos parecen otros. “Aquí estaba Escarabajal, una de mis librerías favoritas y donde presenté El tiempo entre costuras”, explica, a su paso por la calle Mayor. El comercio centenario sucumbió en 2013 a la crisis económica y en su lugar hay una sucursal del Deutsche Bank. En la misma arteria comercial y entre espléndidas casas modernistas aparece el Casino. “Cada vez que viene alguien de fuera los traigo. Les encanta a los americanos”, explica, mientras admira los cristales grabados al ácido de la planta superior que sobrevivieron a los bombardeos de la Guerra Civil.
Con la flota parada por ser lunes y al filo del mediodía, el mercado de Santa Florentina funciona a medio gas. “Vengo menos de lo que quisiera, pero garantizo que casi todo el pescado que se come en mi casa sale de esta plaza”, reflexiona. La cercanía del mar constituye el mayor atractivo de la ciudad para la escritora, que antes solo había residido en lugares de interior. “No necesito verlo a diario, pero me gusta la luz del Mediterráneo y el carácter de la gente de mar”.
Dueñas asegura que el peso histórico de Cartagena no ha influido en su literatura, aunque no esconde la satisfacción de vivir en un sitio “donde han pasado y siguen pasando cosas”. Como ejemplo, el Teatro Romano, cuyo relato reciente ha transcurrido casi en paralelo al de la escritora en la ciudad. Cuando llegó, la construcción aún se encontraba oculta y en estos años ha sido testigo de la recuperación del espacio.
A la hora de comer, en el club de pescadores de Santa Lucía se respira salitre y se mastica fritura. “Es un lugar perfecto para venir a tomar pescado o, incluso, un caldero”, aconseja Dueñas. Como remate, un café asiático, preparado con Licor 43, leche condensada y coñac. “Tomarte una cervecita aquí a mediodía cualquier día de sol es una de las mejores cosas que se pueden hacer en Cartagena”.
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